Autora: Rachel Gibson
Editorial: Pàmies
Colección: Phoebe
PVP: 17,95€
Páginas: 301
Encuadernación: tapa blanda con solapas
Sinopsis
La exitosa carrera como jugador de hockey y capitán de los Chinooks de Seattle de Mark Bressler llegó a su fin el día que tuvo el accidente que destrozó la mitad de los huesos de su cuerpo. Y desde que salió del hospital, los burócratas del equipo no han hecho más que mandarle asistentes sanitarios a casa; claro que él consigue espantarlos a velocidad de vértigo... Hasta que se topa con una realmente obstinada.
La carrera como actriz de Chelsea Ross se estrelló antes de despegar —jamás pasó de ser la reina del grito en películas de serie B—, así que abandona Hollywood para… acabar convertida en la asistente del más malhumorado jugador de hockey del mundo. Si no necesitara tanto el dinero, saldría de allí pitando.
Chelsea puede tolerar el mal humor de Mark y su actitud prepotente, pero no está preparada para resistirse a la atracción que termina sintiendo por él. Por eso, cuando el famoso chico malo del hockey pone los ojos en ella, sabe que el tiempo de gracia ha terminado. ¿Será capaz de enfrentarse a todos los problemas que surgirán si cede a la pasión que Mark despierta en ella?
Opinión personal
Ya me había gustado el otro libro que leí de la autora, así que lo empezaba con ganas y casi sabiendo de antemano que me iba a gustar. Por suerte, no me ha decepcionado, lo he leído en muy poco tiempo y he podido disfrutar de una historia preciosa, ligera y entretenida.
En esta ocasión, conoceremos a otro de los jugadores de los Chinooks. Se trata del lesionado Mark Bressler, cuyo accidente de tráfico condujo a la entrada en el equipo de Ty Savage (a quien ya conocimos a fondo en Amor verdadero y otros desastres). Mark sufre secuelas físicas y necesita de alguien que le eche una mano en casa. Pero se niega. Hasta ahora ha espantado a todas y cada de las asistentes que el club ha enviado a su casa.
Pero todo cambia cuando Chelsea Ross llega a su vida. Ella necesita el dinero que el club le ha prometido si aguanta los tres meses y no está dispuesta a perder el trabajo por mucho que se empeñe su nuevo jefe.
Así que Chelsea acudirá cada día a trabajar vestida con unos colores extravagantes que parecen sacar de quicio al ex-capitán de los Chinooks y con el objetivo de hacerse imprescindible para él metido en la cabeza. Y todo ello sin olvidarse de su verdadero sueño: triunfar como actriz. Hasta ahora sólo ha participado en películas de terror y serie B. Con el dinero que gane como asistente de Mark Bressler, tiene pensado pasar por el quirófano para mejorar su físico y que éste no sea un impedimento a la hora de encontrar trabajo.
Volvemos a encontrar un elemento clave que para mí es de las mejores cosas de la historia. Lo que motiva a la protagonista es una meta puramente superficial. Nada de "quiero ayudar al señor Bressler". No. Ella sigue adelante porque quiere hacerse una operación de cirugía plástica. Y no se le oculta al lector.
Pero al igual que me pasó en Amor verdadero y otros desastres, Rachel Gibson ha hecho que lo que en un principio parecía un hecho superficial, termine por parecerme una razón completamente válida. La autora logra que dejemos los prejuicios a un lado y comprendamos a los personajes sin juzgarles.
El desarrollo de la historia de amor es muy bueno. No es un flechazo y tampoco surge de cero a cien en pocas páginas. Empieza como una atracción física pura y dura. Página tras página veremos como evolucionan los sentimientos de ambos. De no soportarse, pasan a acostumbrarse el uno al otro y después, a desearse. Pero como digo, será algo progresivo.
Y por otro lado, me ha gustado mucho el hecho de volver a ver a los personajes del anterior libro, saber cómo les va a todos ellos. Y profundizaremos más en la vida de Jules, el misterioso asistente de Faith en Amor verdadero y otros desastres. Es un personaje que ya dio mucho juego y que seguirá dándolo.
Y por otro lado, me ha gustado mucho el hecho de volver a ver a los personajes del anterior libro, saber cómo les va a todos ellos. Y profundizaremos más en la vida de Jules, el misterioso asistente de Faith en Amor verdadero y otros desastres. Es un personaje que ya dio mucho juego y que seguirá dándolo.
El ritmo de la novela es muy rápido y ágil. No nos entretiene con detalles aburridos, ni descripciones eternas y pesadas. La autora va directa al grano, y eso se agradece. El libro se lee a una velocidad de vértigo y no se hace nada pesado. Ayuda también que los personajes no sean perfectos. Mark tiene un montón de problemas derivados de su accidente y Chelsea se aleja mucho de los tópicos de mujer absolutamente perfecta que muchas veces se nos vende en este tipo de historia.
La trama, al igual que los personajes, está muy bien construida pese a tener una sencillez increíble. No hay lagunas y la autora sabe cuándo tiene que meter un salto en el tiempo para no aburrirnos una y otra vez con lo mismo. Como es lógico, hay unas cuantas escenas subidas de tono.
Sin embargo, le he bajado la nota por una cosa... el final se precipita mucho para mi gusto. Todo lo que pasa en el último capítulo podría haberse desarrollado un poco más y contarse en tres veces, lo que, estoy segura, dejaría al lector con mucho mejor sabor de boca. De repente, y en dos páginas, se solucionan todos los problemas y, aunque me ha parecido precioso, creo que si hubiera ocurrido de forma más pausada y lenta lo hubiese disfrutado muchísimo más.
En resumen, se trata de una novela romántica que me ha gustado mucho, muy ágil, rápida y entretenida, con una trama sencilla y unos personajes realistas a los que se coge cariño con facilidad. ¡Me muero de ganas de conocer a otro de los chicos de los Chinooks!
Puntuación: 8,5
Agradecimientos a Ediciones Pàmies por el ejemplar
¿Os animáis? ¡Yo os la recomiendo!
Hola Alicia!!
ResponderEliminarPues leí Amor verdadero y otros desastres y aunque me gustó mucho no fue un libro que me marcase. Y lo que dices sobre el final, creo que en Amor y otros desastres paso un poco igual, que el final fue un poco rápido. Gran gran reseña!! besis =)